sábado, 16 de mayo de 2009

Man on Wire (2008)



Los mejores documentales son aquellos que cuentan historias que son imposibles y hermosas pero que contradictoriamente y aún estando más allá de la imaginación, son reales. Éste es el caso de Man on Wire (2008), documental de James Marsh, que trata sobre cómo el alambrista Phillippe Petit pone en ejecución el sueño de cruzar en un cable de torre a torre el World Trade Center.

Man on Wire ganó el último Oscar a mejor película documental y el premio BAFTA. Es una película entretenida y apasionante como entretenido y apasionado es el propio Petit, que vive literalmente al filo del precipicio. Otro gran elemento en el documental son todos los personajes que lo ayudan en su aventura de conquistar las cimas de edificios famosos. Sus motivaciones, aventuras y emociones son descritos, narrados y editados bellamente.

Es poca la justicia que se puede hacer al documental con palabras. Todas parecen ser insuficientes para describir la esencia de la película. Hay gran belleza y gran sabiduría en ella pero también como en la vida hay descontrol y hasta dolor. La experiencia del alambrista es difícil de comprender y de seguir, por momentos parece que unos locos alegres tomaron los edificios, en otros la experiencia es seria, todos toman conciencia del peligro, del riesgo que corren y viven una angustia terrible. El gran éxito del documental es transmitir vívidamente toda la emoción, y entonces parece que estuvieramos allí, ese día de 1974 en el que el mundo vio maravillado a un hombre cruzar las torres en el cable. Extraordinario.

Para Petit es de alguna manera sencillo: "la vida debe vivirse al filo. Debe ejercitarse la rebelión. Debe evitarse estar atado a reglas, evitar el propio éxito, evitar repetirse, ver cada día, cada momento, cada idea como un reto verdadero. Entonces vivirás la vida como un alambrista."



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lucchinniblog

Animación, cine y televisión. Esos tres temas dan forma a este blog. Habrá algo de crítica, una que otra recomendación y como suele suceder algo de petulancia. A escribir y leer se ha dicho.